martes, 15 de noviembre de 2011

El Tercer Sector, un nuevo actor en las sociedades avanzadas

Las transformaciones experimentadas por los sistemas de bienestar.

A la hora de abordar el análisis de los sistemas de bienestar, tanto de su configuración como de su evolución en sus diversas transformaciones es necesario comenzar por el concepto de ciudadanía, entendido de un modo clásico como el conjunto de derechos y deberes que vincula al individuo a la plena pertenencia de una sociedad. Esta ciudadanáia consta de tres componentes (T. H. Marshall, 1950): el civil, el político y el elemento social, que se fueron adquiriendo de forma diacrónica a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Hoy en día es un concepto íntimamente relacionado con los sistemas políticos democráticos que garantizan la versión contemporanea de los tres componentes expuestos.

La vinculación entre los conceptos de ciudadanía y de estado de bienestar devienen del reconocimiento progresivo de la primera, como ya se ha indicado, para paliar las consecuencias desigualadoras de los sistemas capitalistas mediante la creación de unos sistemas de protección por parte del estado, configurándose así el estado de bienestar.
Se puede decir que el estado de bienestar es la expresión de la ciudadanía social.

Resaltan, por lo tanto, dos actores clave en la configuración de la ciudadanía, estado y mercado, que en su “pacto” ofrecen un sistema de protección al ciudadano que a su vez les fortalece.

Al margen de las críticas a priori que se puedan hacer a este estado de bienestar, nace una crisis del modelo de ciudadanía, no del concepto de ciudadanía ni de democracia como modelo del estado que la configura, sino de los mecanismos mediante los que se garantizan (las instituciones públicas). Los factores que producen esta situación son tanto internos como externos al estado: 
  • Internos:
    • Problema de legitimación política y cultural: la cultura política está en crisis y por tanto la participación en la misma y se desligitima al estado para hacer su función.
    • Problemas de organización: escasa eficacia y eficiencia en la regulación social.
    • Problemas de regulación social: incapacidad de la gestión regulatoria que se le atribuye al estado y su acercamiento a la ciudadanía.
    • Problemas de recursos y costes: gestión del sistema y desconfianza de la gestión que se realiza desde los actores políticos.
  • Externos:
    • Problemas de impulso económico: Sostenibilidad económica y dependencia de los derechos en función del ciclo esconómico.
    • Problemas de las formaciones sociales intermedias: debe el estado gestionar las pisiciones intermedias entre él y el ciudadano.
    • Cambios demográficos:cómo gestionar un sistema con una pirámide poblacional invertida
    • Dificultades de gestión de grupos y estratos: está capacitado el estado para gestionar toda la pléyade de minorías que la propia ciudadanía hizo emerger?
Se descuelga de este análisis que el problema central de esta crisis radica en cuestiones de referencia cultural, especialmente la cultura política[1] que viene representada por una comundad democrática y progresista  que si bien hasta ahora caminaba con el binomio democracia-ciudadanía ahora lo pone en duda (a pesar de su profunda interrelación).

Por parte del estado se iniciaron reformas institucionales (años 80) que le acercaran al ciudadano y por ende hacer más gobernable el sistema, pero no fortalecieron el sentido inverso, el de acercar los ciudadanos al sistema que seguía siendo distante

Por parte de la ciudadanía en vista de que ni el estado ni el mercado se buscaron fórmulas que les acercaran a la consecución de respuestas a sus necesidades, y la construcción partió del mismo concepto de ciudadanía encarnado en el nacimiento del tercer sector.

Por tanto el tercer sector es la expresión clara de la sociedad civil organizada haciendo uso de su ciudadanía en un estado que no cumple sus espectativas por estar configurado en un sistema de bienestar alejado de la ciudadanía y por ese mismo motivo erroneo.

El surgimiento del Tercer Sector en las sociedades avanzadas.

Como ya se introducía en el apartado anterior la crisis del binomio estado-mercado en cualquiera de sus configuraciones, bien colectiva (marxismo), bien individualista (liberal) ha llevado a la sociedad a una era de post-moderniad que es el marco donde se genera el tercer sector como actor del proceso de modernización.

Y es modernización porque busca el progreso que no le otorga ni el estado por incapacidad ni el mercado por desigualitario. Es el paso de una ciudadanía pasiva a una ciudadanía activa que se organiza en una amplia galaxia oranizativa de diversos tipos de organizaciones que adquieren diversas configuraciones con clara finalidad social y sin lucro más alla del estado y el mercado.

Para comprenderla hay que entender el tercer sector como una trama social del que hay que analizar sus relaciones internas mediante observación interna y externa y su relación con el entorno.

La tabla que se presenta a continuación pretende resumir de forma muy visual lo que implica la creación del tercer sector, como la creación de una vía alternativa que mantiene paralelismos con los otros sectores sociales al crear su propia versión de sus valores y características adaptada a sus necesidades según la observación externa como interna: nueva forma de economía, de entender la política, la ciudadanía, etc.

Sistema societario
Identificador
Observación externa
Observación interna
Mercado
Riqueza
Economía social
Debe disponer de propios medios
Estado
Normas
Nuevos sujetos políticos
Debe contar con una articulación específica de normas formales e informales
Tercer Sector
Sociedad civil
Nuevas redes de sociabilidad
Existencia de recursos humanos desinteresados
Redes primarias
Familia
Nueva cultura civil
Debe tener como referencia determiandos modelos y valores

La respuesta a este apartado del surgimiento de tercer sector en las sociedades avanzadas es en cierta forma redundante, pues en sí es el producto de estas sociedades ya que sin el estado de bienestar no es posible la crisis que produce el tercer sector.

Sí surgen iniciativas asociativas en países con escaso desarrollo social, pero no cumplen las características del tercer sector ya que nacen de la ausencia de estado y de regulación y, por decirlo de alguna manera, no tienen la perspectiva de la ciudadanía que hace sociedad, sino más bien protección ante la inerencia del mercado.

El análisis de las características del tercer sector desde diferentes puntos de vista como es su forma común de organización, la propia cultura que lo define, su normatividad e intercambio social intrínseco nos dan una idea muy aproximada de las características que lo definen como un elemento emergente potente que si bien tiene que ser estudiado en relación con los otros sectores necesita, como los otros sus propios esquemas de análisis.

Sus rasgos distintivos.

EL tercer sector presenta una serie de rasgos ditintivos que lo definen como tal (como sector social con su propia identidad) que si bien pueden explicarse como negación de los vacios del estado y el mercado deben ser expresados de forma positiva. Estos son rasgos no solo características:
·         Ausencia de lucro, no redistribución de beneficios y finalidades sociales:  el tercer sector nace para dar respuestas a los problemas sociales invirtiendo todo su haber en la consecución de dichos fines y si dan beneficios son para reinvertirlos en los mismos fines. Este alejamiento en el reparto de beneficios es la principal característica que lo diferencia del mercado, así como su nacimiento exclusivo para acciones en beneficio de la sociedad. Además, frente al estado se configura como un modelo alternativo de gestión de los recursos orientados hacia la ciudadanía.

·         Presencia de voluntarios: es quizás una de los rasgos que más definen este sector, la realización, por parte de ciudadanos, de trabajos de forma gratuíta, con los valores y conflictos (sobre todo frente al mercado laboral) que implica.
·         Ethos igualitario y participativo: el tercer sector es el ejemplo claro de un modelo de democracia inclusiva de sus ciudadanos, orientada hacia la participación de sus miembros. Este rasgo es particularmente interesante porque ha dado un salto al sector de la administración estatal con iniciativas de democracia participativa dando un valor considerable a uno de los fines con los que ha nacido el tercer sector: otra forma de hacer las cosas.
·         Separación entre consumidores finales y financiadores:  el carácter altruísta de su acción hace que busque financiación para realizar servicios. Esto puede entenderse como la búsqueda de una responsabilidad social de los actores sociales, pero tambien como una desvinculación de la persona sujeto de la acción frente a las dificultades de finaciar sus actuaciones (no siempre es igualitaria y perticipativa).

Acorde a los rasgos definidos hasta ahora se diría que el tercer sector es una nueva forma de asocciarse los ciudadanos libres y responsables  que pretenden satisfacer las necesidades de una sociedad cada vez más compleja que difícilmente encuentra respuestas en los aparatos públicos y mercantiles.

Pero es en relación a otros factores en los que el tercer sector puede definirse, como inductor de un modelo de relación solidario que se autoregula desde el don hasta el inercambio recíproco.

Por supuesto no es un conjunto de personas idealistas con buena voluntad, sino que presenta una serie de rasgos reconocibles a partir de una organización operativa con criterios de gestión organizada  que convierten al individuo no en un elemento más de una cadena de producción de servicios, sino en en un productor esoecífico de bienes relacionales colectivos (si el individuo cencuentra en el sector un rol con el que construir sociedad a partir de sus carácteríssiticas personales y dentro de una red de apoyo es productor directo, porque sea cual sea su función se siente vinculado con el producto final).

Si bien hasta ahora los rasgos eran medianamente generales existen otros más elásticos pero que son propios y definitorios:

Las actividades que se realizan en el tercer sector son reconocidamente variadas, sabiendo la sociedad que desde el mismo se atienden infinidad de situacione que el estado, por fata de flexibilidad no puede y el mercado por improductividad no quiere hacer.

La variabilidad de dimensiones de trabajo y la flexibilidad de su estructura en función de sus recursos y de sus fines son otro rasgo característico.

La concepción del participación con el sector público, como es el caso de algunas entidades que nacen para prestar apoyo al sector público  u otras que lo rechazan de forma esatutaria (por ejemplo Greenpeace que rechaza cualquier medio de financiación pública).

Por último y casi enlazando con el apartado siguiente falta analizar la relación del tercer sector con los sistemas de financiación. La prestación de servicios tiene un coste muy elevado que pueden venir del sector público, de la venta de bienes y servicios, de los ingresos por donaciones privadas y de las cuotas de socios.

La concepción de la política de cada entidad del sector y de la forma que quiera cubrir las necesidades detectadas harán que se financie de una u otra forma, con los pros y contras que implica en cada caso: excesiva dependencia de la finaciación pública, procesos de innovación, nivel de autonomía, participación interna de los socios, etc.

La relación entre Estado, Mercado, Tercer Sector y Redes Primarias

Se ha presentado ya como el tercer sector nace de la crisis del estado de bienestar basado en el binomio estado-mercado, por lo tanto nace con cierto espíritu contestatario hacia ambos, pero como está generado en un modelo de ciudadanía constructiva combina elementos societarios de la comunidad reducida en sus modelos de relación y cultura, acercándose a las redes primarias propias de los sistemas familiares y de las sociedades rurales, con elementos societarios. Es decir, su identidad no es ajena a las dinámicas comunitarias propias de las redes primarias y las toma como válidas desde su perspectiva de protección del grupo (como fin que justifica su existencia) pero su vocación de transformación social le lleva a realizar acciones socializadoras y expansivas de transformación.

En lo que se refiere a su relación con el estado y el mercado cabe señalar que existen diversidad de modelos de configuración “administrativa-legal”  de las formas del tercer sector que al margen de su posicionamiento político si definen su relación con el medio. Es decir la formalización de una iniciativa como asociación o como cooperativa determina la posición de la forma más cerca del estado o del mercado respectivamente, lo que no es una incoherencia dado que se sigue moviendo en el sistema capitalista defectuoso y desigualitario.

Otra forma de posicionarse ante el resto de los sectores sociales es el método de financiamiento, vuelve el capitalismo, que le puede acercar más al estado, mediante el sustento a través de convenios y subvenciones, al mercado, mediante la prestación de servicios, o la configuración primaria, en un sistema de autofinanciación o financiación básica.

Pero este movimiento no es exclusivo de tercer sector ya que el estado externaliza unos u otros servicios a la ciudadanía mediante el mercado o el tercer sector o el mercado reclama mayor movimiento económico del estado en aras de mantener el nivel económico. Es decir, no son sectores estancos y están relacionados entre sí en un plano tetradimensional.


[1] Resulta interesante remarcar que si se entiende cultura como la interiorización de unos valores que la educación inculca y fortalece, por ejemplo el de todo aquello que se deriva del concepto de ciudadanía, Marshall acertó de lleno en definir que la institución clave de los derechos sociales es el sistema educativo, y que si nuestro estado de bienestar está en crisis es por un fallo grave en la configuración del mismo, no como promotor del ciudadano, sino como sistema de control del mismo (en una comparación que puede ser polémica, es como si el estado sufriera las consecuencias de su endogamia y se necrosara).

sábado, 15 de octubre de 2011

Ciudadanía y Estado de Bienestar

NACIMIENTO DEL ESTADO DE BIENESTAR
Se considera que la política social aparece con el nacimiento del estado moderno producto de tres factores diferentes: las revoluciones francesa y americana, la revolución industrial y la revolución ilustrada y el nacimiento del pensamiento científico, momento en el que aparecen los estados que deciden intervenir en materia social, por contraposición al estado feudal del que se procedía.
Es en este momento cuando se inician una serie de acciones por parte del estado que producirán el paso progresivo de la caridad a la beneficencia y de esta al estado de bienestar.
Si bien la implantación de estas políticas es desigual, según países y momentos, sí se pueden destacar dos hechos fundamentales de referencia, uno a nivel internacional y otro local:
  • Otto von Bismarck que implantó en la Alemania del último cuarto de siglo XIX una política de seguridad social, superando sistemas de caridad y de beneficencia.
  • En España cabe señalar la aparición de la Comisión de Reformas Sociales, que fue un órgano gubernamental de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que sirvió para estudiar las condiciones de la clase obrera y proponer reformas de carácter legislativo en defensa de la clase trabajadora. Dio paso a la creación del Instituto de Reformas Sociales, antecedente del Instituto Nacional de Previsión y del Ministerio de Trabajo de España.
El germen de lo que hoy se conoce como estado de bienestar tiene su origen en un sistema que se fundamenta en un principio asegurador, con el establecimiento de obligaciones contributivas a los trabajadores y a los empresarios, con los que el estado inicia acciones protectoras de sus ciudadanos (sanidad, educación, servicios sociales, etc.) y configuran el sistema conocido como socialdemocracia. Este sistema alcanza su mayor fuerza en torno a la II Guerra Mundial (Plan Beveridge) hasta la crisis económica en la década de 1970 cuando los estados se liberalizan delegando dichas provisiones en el mercado y la aparición del tercer sector.
Como ya se introducía es difícil identificar un momento y una acción concreta del nacimiento de las políticas sociales, no solo por la diversidad de “momentos sociales” de cada estado, sino por la dificultad de definición de lo que son. Se puede realizar una aproximación desde cuatro puntos diferentes:
1.   Ideológicamente, según el modelo se puede situar en algún punto de un continuum acotado entre el principio de individualidad o de colectividad (participación del individuo o el estado en la implantación de la política social) que configurarán las visiones liberales y socialistas.
Por poner un ejemplo se podría poner de un lado el sistema liberal estadounidense y del otro el sistema seguido por los países de la órbita comunista, estando por el medio sistemas como son el francés, el español o el nórdico europeo, por poner unos ejemplos.
De todas formas la política social no son estáticas y van evolucionando y cambiando a lo largo del tiempo.
2.   La definición de la política social como sistema de acción de la sociedad se puede entender como una forma de acción reflexiva de la sociedad sobre si misma o como una gestión de la estratificación. Es importante señalar las cuatro grandes concepciones de la política social, que explican tanto el motivo que las induce como la modalidad de la misma que se han dado a lo largo de la historia:
§  Asistencial (benéfico-caritativo de corte religioso).
§  Control social (despotismo ilustrado.)
§  Mantenimiento del sistema (marxista).
§  Derecho social de ciudadanía.
Este último es el que más se aproxima al concepto de estado de bienestar por encontrarse este último en íntima relación con el concepto de ciudadanía que se explicará más adelante.
3.   Desde la perspectiva del nacimiento y desarrollo de la disciplina existen dos tradiciones que ayudan a centrar el problema de la definición, la alemana, racional y orgánica como orden y justicia sobre una sociedad entendida como conjunto de articulado y plural de formaciones sociales, y la inglesa, con una visión pragmática, individualizada y estatal de la política social como acción de crecimiento económico-social de la sociedad entendida esta como esfera donde se confrontan  intereses individuales y colectivos.
4.   Por último está la concepción de la política social desde un sentido estricto o lato (específico y difuso). En la primera la política social debe caminar hacia las raíces de la división social del bienestar superando tanto la óptica limitada de una concepción sólo redistributiva (anti-económica), como la de una concepción que la reduce a la “administración social y la óptica de la segunda es la de la construcción social del bienestar, y la perspectiva adoptada está en la extensión y la integración de los tres sectores clásicos de bienestar (identificados como bienestar ocupacional, fiscal y de los servicios sociales), con las iniciativas realizadas en los otros sectores (no públicos), concretamente el tercer sector y las redes informales
La clasificación de los modelos de política sociales es también compleja, pero se podrían realizar en función de dos grandes tipologías empíricas de la política social que se basa una en el mayor o menor grado de intervención regulativa del estado (normativa) y la otra en función de modalidades de concepción e implementación (operativa):

Modelo residual
- Intervención estatal
Normativa
Modelo adquisitivo-perfomativo
ñ
(según fuerza de regulación social)
Modelo institucional-redistributivo
ò
Modelo total
+ Intervención estatal




Programas condicionales
Trabajo en programas aislados
Operativa
Programas evolutivo-incrementales
ñò
(según concepción e implementación)
Programas relacionales
Trabajo en red




LA CIUDADANÍA COMO PIEZA CLAVE EN EL ESTADO DE BIENESTAR
El concepto de ciudadanía es fundamental para entender el proceso de creación del estado de bienestar porque es la configuración del individuo ante el estado y la perspectiva que este tiene del individuo.
La ciudadanía se puede definir como el conjunto de derechos y deberes que vinculan al individuo la plena pertenencia a una sociedad (T. H. Marshall, 1950). Estos derechos se dividen en tres grandes grupos que se fueron adquiriendo de forma progresiva a lo largo de los tres últimos siglos:
  • Derechos civiles (S. XVIII): Derechos necesarios para la libertad individual: libertad de expresión, de pensamiento, de religión, de propiedad, a la justicia, etc. (con la institución de referencia en los tribunales).
  • Derechos políticos (S. XIX): Derecho a participar en el ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo investido de autoridad política o como elector de tales miembros (las instituciones de referencia son los parlamentos y concejos).
  • Derechos sociales (S. XX): Derecho a un mínimo bienestar económico y seguridad a participar del patrimonio social y a vivir la vida como un ser civilizado conforme a los estándares corrientes en la sociedad (basados fundamentalmente en las instituciones del sistema educativo y de servicios sociales).
Esta definición y teoría indica que cada derecho se ha ido desarrollando en vinculación con el anterior y a su vez progresivamente con el posterior, de forma que los derechos civiles evolucionaron a la par que los políticos y ambos junto a los derechos sociales. Un buen ejemplo para explicarlo es el resultado de la comparación de la aparición de los derechos y su consecución por parte de la mujer, que, por ejemplo,  su acceso a los derechos políticos se dio con un considerable retraso respecto al de los hombres mientras evolucionaban los derechos civiles.
Cabe señalar que esta concepción de la ciudadanía está realizada en función del sistema británico, con su configuración social y legislativa (tradición sajona y protestante de las relaciones sociales), pero conceptualmente aceptada.

VIEJAS Y NUEVAS DESIGUALDADES
La ciudadanía se produce cuando se desarrolla un sistema económico capitalista que produce desigualad de clases, de ahí que se vincule a los momentos de las revoluciones políticas (Francia y Estados Unidos), la industrial y la ilustrada, como se introducía en el apartado anterior, porque es un elemento que pretende corregir dichas desigualdades sociales que introduce el mercado.
Con esta relación se vincula en concepto de ciudadanía a los conceptos de sistema capitalista y de desigualdad de clase. Si bien se ha encontrado una relación entre ambos conceptos es preciso saber en cómo se ha llegado de uno a otro, porque es en este proceso dónde reside la importancia de la definición de ciudadanía (es tan importante su definición como en cómo y desde dónde se llega): es el instrumento de los estados a través del cual se quieren corregir el conjunto de desigualdades, o como dijo Marshall: la ciudadanía y otras formas externas a ella han alterado la estructura de la desigualdad social.
La relación entre ciudadanía y desigualdad de clase gira, entonces, exclusivamente sobre el concepto de desigualdad económica producida por las relaciones de producción de las sociedades capitalistas. Esta situación explica porque las iniciativas de Bismarck y por Beveridge no convirtieron sus estados en auténticos estados sociales, porque no corrigieron las desigualdades sociales, en todo caso las paliaron en lo referente a las relaciones laborales (contrato de trabajo) y muestra de ello son las desigualdades persistentes en aquellos campos no vinculados a temas económicos persisten al margen de sus iniciativas de “políticas sociales”. Esto se produce porque el escenario capitalista en el que se desarrolla es desigualitario en todas sus dimensiones.
El estado social mediante políticas redistributivas que entendemos como estado social, quiere evitar la fractura que conduzca a la pérdida de cohesión social; por lo que las políticas sociales públicas son intervenciones por parte del estado para consecución de paz y cohesión social, no para reducir las desigualdades sociales, contradiciendo el propio concepto de ciudadanía .
El producto del plan Beveridge (por ser considerado la primera piedra de la construcción del estado de bienestar en en Siglo XX) se centraba en el pilar del trabajo para mantener el propio pilar de trabajo, no el resto de los derechos sociales: facilitar la incorporación al trabajo, evitar la pérdida de trabajo, sostener parcialmente los costes de la imposibilidad temporal de acceso al trabajo, etc. pero no atendía las necesidades de quienes no presentan las condiciones negativas señaladas, solo la incapacidad para formar parte de la vida productiva. Por lo tanto no es un estado social y la ciudadanía estará incompleta hasta que no sea aplicada a aquellos individuos que les resulte ajeno.

RETOS DEL ESTADO DE BIENESTAR EN EL SIGLO XXI
Dado lo expuesto hasta ahora y partiendo de la actual crisis económica resulta evidente que el reto del estado de bienestar en el siglo XXI tiene dos vertientes:
  1. Sostenimiento económico
  2. Ampliación de la ciudadanía o creación de la ciudadanía real.
En el primer plano se barajan los diferentes sistemas de sustento económico del propio sistema social, que bien partiendo de una perspectiva más o menos liberal en mayor medida se encaminan hacia modelos mixtos (tanto en sistemas como el estadounidense como en el nórdico europeo) donde se combina la gestión del estado con la participación del mercado y la ciudadanía a través de su organización social: el tercer sector (que es uno de los pilares básicos de los estados modernos democráticos, condición básica para un estado de bienestar porque reconoce los derechos civiles, políticos y sociales). Esto evidentemente bajo un fuerte sistema de control y evaluación por parte del estado que evite los sesgos del mercado.
En el segundo punto está el asunto que se criticaba en el apartado anterior, la ausencia de una ciudadanía real, bien por sistema de control social, bien por manipulación de los agentes que controlan el mercado. Es un reto para el estado de bienestar del Siglo XXI la creación de un sistema que se aleje del centralismo en los medios de producción y se centre en los individuos de la sociedad como objetivo.
En este aspecto siguiendo el mismo procedimiento de Marshall que explicó el proceso de construcción de ciudadanía en base a los reconocimientos legales de un país, el modelo de bienestar contemporáneo se tiene que basar en los mismos grandes grupos de reconocimientos pero teniendo en cuenta la deslocalización y transversalidad del concepto de ciudadanía, pasar del estado de los siglos XVIII XIX y XX al mundo globalizado del Siglo XXI.
Así mismo aparecen también nuevas desigualdades que, como ya se ha comentado, no se desarrollan en el entorno económico sino en factores externos de status: género, raza, origen, edad, etc.

Ciudadanía limitada de la mujer:
Mujeres y hombres tienen sobre el papel los mismos derechos y deberes que han fomentado el acceso de la mujer a la esfera pública, realizado esto con gran éxito, pero que presentan dos caras negativas:
  • El detrimento de la esfera privada en comparación con la del hombre.
  • La dificultad de autodeterminación personal de la mujer.
Ciudadanía negada de los menores:
Si bien los menores son ciudadanos tutelados por los ciudadanos mayores no tienen el espacio de intervención social que les permita actuar sobre un estado de bienestar que ellos no disfrutarán y es determinado por sus predecesores lo que en momentos de recortes sociales como los que se están realizando ahora implica una negación de su ciudadanía a priori y en aras de sí misma.

Ciudadanía esperada de los emigrantes
Este ejemplo es contradictorio con la concepción determinante de la ciudadanía basada en la contribución económica a la sociedad. Las personas emigrantes aportan esa “cuota para la ciudadanía”  pero les es negada por su propia condición colocándolos en posiciones inferiores de la sociedad.
Conclusiones
El concepto de política social y por ende el de estado de bienestar parten de la construcción de la ciudadanía, el problema en base a qué sistema se ha construido es el que le hace no solo estar en crisis, sino en no ser real. La construcción real se ha de hacer en lo que Marshall concibió como derechos sociales y no solo laborales.