miércoles, 4 de agosto de 2010

Otra vuelta de tuerca

Hola a todo el mundo!!!!

ando meditativo... debe ser que me dio el sol en la cabeza y claro... pasa esto.


Llamando Una vuelta de tuerca a esta entrada hago referencia a la novela de Henry James en la que existe relación entre el pasado y unos fantasmas del presente (de la novela) y el choque cultural ante la forma de interpretar los acontecimientos entre un estadounidense y los europeos. Como me gusta escribir en positivo diré que por fantasma entiendo lo que queda en nuestra cabeza después de una acción o decisión: dudas, miedos, seguridades, certezas, etc.

Transitando esos derroteros extraños que hace mi cabeza recordé una cosa que leí hace tiempo y es la forma en la que vemos las cosas en diferentes culturas influenciadas por la filosofía inherente a cada religión (al margen de tener o dejar de tener fe) así que usaré esos vericuetos como INTRODUCCIÓN.

Las tres grandes formas de entender la vida humana desde las diferentes religiones son: lineal (cristiana), circular (judía) y espiral (oriental).

La lineal entiende que una vida es una línea recta en la que acontecen hechos que nos van influyendo y cada decisión influye en el derrotero de la misma en una relación de causalidad. Por supuesto esto es un resumen muy simple del que se pueden ir desmenuzando muchas ideas e interpretaciones; porque bien hay visiones que dicen que un hecho, una decisión, una acción puede cambiar o cortar la línea y hay otras que dicen que como todo está escrito es un simple devenir en una plan preestablecido (destino).

La visión circular dice que la vida es un círculo que se repite constantemente, a veces el trayecto se hace más rápido, a veces más lento. Es cierto que en numerosas ocasiones encontramos paralelismos potentes entre hechos aislados y separados en el tiempo y eso fundamenta el hecho de la vida como un ciclo permanente.
Entiendo yo que esta visión es muy parecida a la anterior solo que ve una especie de fin de la línea en el comienzo del proceso siguiente.

Estas dos versiones anteriores se corresponden al cristianismo y judaísmo respectivamente. De ahí que no sorprenda el grado de parecido entre ambas (recordar que el cristianismo es una variación del judaísmo a raíz del nuevo testamento).

La tercera visión es una vuelta de tuerca a las anteriores, y a mi modo de ver, como buen gallego siempre en el punto medio, concreta y avanza ambos conceptos: la espiral (¿lo pilláis? Vuelta de tuerca, espiral,... je, je... bueno vale necesito vacaciones).
La espiral, o mejor dicho: el muelle. Avanza ambos conceptos, pues no deja de ser una línea no destinada a encontrase a si misma pero en la que encontramos puntos en común con hechos acaecidos con anterioridad.
Sí yo he sido siempre yo... lo normal es que mi modo de actuar y de tomar decisiones tenga un patrón que siempre estará influenciado por la experiencia de las acciones pasadas (aprendizaje) por lo tanto es un círculo pero que avanza.

En resumen que la espiral reconoce que la vida es un proceso destinado a avanzar, el final no es volver a empezar, pero si existen fases, periodos y momentos entre los que encontramos similitudes y paralelismos, pero que en cada caso son diferentes y en los que las experiencias anteriores influyen en los devenires posteriores.


I. Potencialidad de una decisión/acción
Esto puede resultar una perogrullada pero dentro de la explicación es necesario mencionarla: cada decisión que tomamos tiene unas cosecuencias de las que podemos conocer las inmediatas y algunas potenciales pero desconocemos todas las consecuencias de cada momento.

Si yo tomo una decisión, por ejemplo un cambio de trabajo, no es solo el cambio de trabajo en si, que puede salir bien o mal, sino las consecuencias posteriores (de cualquier tipo: económicas, físicas, psicológicas, sociales, etc) al mismo.

Un ejemplo es la situación de una destacada política (alto cargo pero sin ser conselleira ni secretaria xeral) gallega que fue muy bien valorada durante el bipartito (PSOE-BNG) pero que al perder las elecciones fue destituida. Bien, hoy en día está en paro, porque como representó a un color político las empresas y entidades no quieren dar una imagen posicionada, los partidos opuestos (aunque me consta que la valoran positivamente) no la contratan por imagen pública y los suyos la apartaron como castigo por ser del equipo que perdió las elecciones.

Está pagando las consecuencias de una decisión. Aunque su gestión no fue mayormente criticada.

II. Decisiones: la importancia de cada momento.
Cada decisión tiene la importancia en su momento, podemos evaluar la decisión de una persona desde fuera y en la distancia pero la mezcla de sentimientos, miedos personales (ojo que no todos tenemos miedo a las mismas cosas) y momento vital (no solo el estado anímico, sino también la edad) hacen complicadas las tomas de decisiones.

Hace unos años (8 exactamente) decidí plantar la carrera universitaria que estaba haciendo para cambiar a otra radicalmente distinta. Para mi ese momento fue muy fuerte, era asumir que no valía para lo que estaba haciendo y que algo tenía que hacer. Además de enfrentarme a algún miedo más, que por cierto luego se comprobó no todos tenían su razón de ser... pero es lo que tienen los miedos.

Si hoy me preguntas, te diré que ese momento fue de los más fuertes de mi vida, porque supuso mucho para mí. ¿el más fuerte? Ni mucho menos. Es más, evaluando me he dado cuenta de que poco a poco he tomado decisiones mucho más importantes con menos estrés que aquella y que representan mucho más en mi trayectoria vital.
¿Qué quiero decir con esto? Pues si evalúo la decisión y el hecho desde la perspectiva de mi edad y experiencia en ese instante, fue un momento fuerte pero con unas consecuencias mucho más "fuertes" de las calculadas inicialmente. Supuso un momento de salto personal que hizo que me enfrentara a decisiones futuras mucho más importantes con menos estrés.

Evidentemente la experiencia me dirá, es de suponer, que las decisiones importantes tomadas después de esas no serán nada comparadas con las que me esperan... esa es la espiral. Es decir puedo entender que los momentos comunes son aquello que me hacen dar un salto a la siguiente vuelta de tuerca.


III. Acción activa versus acción pasiva
Bueno, lo malo de tomar decisiones es dirimir si la mejor decisión es actuar o esperar a un momento mejor. Precipitarse, pasarse el momento, momento oportuno, etc. Evaluar la idoneidad de una acción en un instante concreto es para mi absolutamente imposible.

Si bien antes de hablar deberíamos contar hasta 10 (algunos hasta 100) caer en el activismo o en la espera es relativamente fácil.

Yo soy amigo de hacer dos cosas:
  1. Pensar que la gente no es tonta y nunca decirle a nadie qué es lo que tiene que hacer. Por varios motivos: que es mucho más que probable que yo no tenga toda la información, que decirle a alguien qué es lo que tiene que hacer es dirigir a la persona y puede hacer lo contrario por defender su autonomía (digamos que yo me presentaría como un nuevo problema) y que en todo caso mi función, si es que tengo alguna, es de escuchar y dar ideas que induzcan a la reflexión.
  2. Hacerme juegos de autoengaños. Esto tiene su enjundia, porque autoengañarme activamente es absurdo. Muchas veces que se que tengo que esperar pero los nervios me piden actuar lo que hago son "pequeñas actuaciones" que me hacen estar activo pero no directamente en la materia que me preocupa.
De esta segunda parte es mejor poner un ejemplo. Sé que a una entidad con la que trabajo le pueden a pedir de la administración autonómica una información que no estoy seguro poder dar de forma correcta. Pero como no se que información me pueden pedir y llamar preguntando sería de idiotas, ordeno y clasifico la información que tengo de forma que cuando me la pidan tener trabajo realizado que se adapte a las diferentes modalidades de información que me pueden solicitar.
El trabajo en si no tiene porque valer, pueden no pedirle esa información y es muy probable que esté perdiendo el tiempo, pero no me da la sensación de estar pasando de un problema.
Evidentemente es un ejemplo, en muchas ocasiones el trabajo es inverso: "hasta que no me pidan la información no me tengo por qué preocupar, porque es posible que sí pueda contestarla bien, y mientras tengo que dedicarme a esta otra cosa". Esto no deja de ser otro autoengaño, ¡¡¡¡porque sí me preocupo!!!!

Ambas formas de actuar son controles de la necesidad de acción que me pide el cuerpo en cada momento, algunas veces para controlar la necesidad de acción directa en aras de una espera y otras actuar para responder directamente a la acción. Lo que detesto es la sensación de no hacer nada ante una situación.

Porque si la tarea necesaria es no hacer naaaaada de naaaada... bueno... pues habrá que hacerla... que vaguear se me da muy bien.

Por supuesto esto no deja de ser esta filosofía mía de pie de banco, que a veces me funciona y a veces no, y eso obliga a reconducir la situación... no existen respuestas universales.

En fin

un saludo

Sean MacGregor